LIGA CORDOBESA DE WATERPOLO

Al cabo de tres años de jugar a este deporte he podido identificar algunas regularidades en las motivaciones de quienes empiezan.

Hay algunos ex-nadadores que buscan una actividad más lúdica sin la sensación de aislamiento y vacío que produce en algunos la natación (aclaro que en lo personal me encanta nadar). Se los nombra como “pull-boy” por el accesorio que se usa para mejorar la braceada. Está claro que esta gente tiene una gran ventaja, maneja uno de los tres ejes fundamentales que confluyen en el waterpolo: el desplazamiento horizontal. Pero en cambio, tienen un resquemor notable hacia el contacto físico que en algunos se traduce en verdadero miedo. Es decir, por lo general son cagones (varios han desfilado por los Wattas hasta que frente al primer roce huyeron despavoridamente).

Hay otros, que provienen del handball (antes eran más frecuentes, hace ya un tiempo que no aparecen por la pileta) y en general han tenido problemas de meniscos que los han marginado de su actividad. Ellos, en cambio, tienen una ventaja que no es precisamente el desplazamiento... Tiran al arco de forma envidiable. En particular los odio. Les puedo asegurar que es muy difícil desarrollar un buen tiro. Fuerte, preciso, con poca anticipación, y sobretodo “lúcido” (es decir, un tiro consciente de la situación en que se halle el arquero). Hacer todo eso junto, sumándole la permanente situación de inminente ahogo sobre la que se desarrolla el waterpolo, es como ver la matrix. Bueno, estos individuos están a un paso de lograrlo. Pero ese paso en muchos casos es insalvable. Y el problema se les genera debido a que esa situación de inminente inmersión, se traduce muchas veces en ahogo liso y llano: No solo no saben nadar, apenas saben flotar. Y el tiro submarino no ha sido habilitado en las recientes modificaciones al reglamento.

Claro, hay otro tipo de gente que viene a jugar, distintas motivaciones, diferentes expectativas. Pero me gustaría destacar un perfil en particular.

“Vengo a jugar porque en este deporte me dijeron que se puede pegar, posta loco”. Y en parte es cierto, se puede pegar, pero no es lo más conveniente. Ni para el juego (hay que considerar que cualquier acción no dirigida al juego en sí, a su dinámica e intensidad, quita velocidad, energía y efectividad al jugador) ni para uno mismo. Hay un código tácito en este deporte: si pegás te la devuelven. Y lo más probable que te la devuelva no el punta flaquito de 60kg y menos de un metro setenta al que, canchero, le zampaste una piña. Te la va a devolver el boya de dos metros que para agarrarle la muñeca tenés que usar los dos brazos. Porque es un deporte grupal, y si le pegaste a uno le pegaste a todos. Ojo, no mafioso. Escencialmente grupal y colectivo.

Y esto nos retrotrae a algo que había mencionado al comienzo, los tres ejes: Desplazamiento horizontal, flotabilidad y agarre. El waterpolo es una mezcla endemoniada y perversa de estas cosas. Natación, nado sincronizado, y judo. En serio, judo.

¿Porqué empecé yo? En realidad no empecé hace tres años, o sí.

A ver. Tengo 41 años, en la década del 80' tuve un profesor en el Belgrano de natación que se llamaba Luis Díaz, el viejo Díaz. Se murió el loco (estaba loco en serio). Él fue quien nos hizo jugar, hace más de 20 años, a este deporte. O eso creía yo (en otra oportunidad contaré algunas anécdotas de aquella época) porque cuando entré a jugar con los Wattas comprendí que había jugado con una pelotita en el agua, pero el waterpolo era otra cosa. Después que egresé del Belgrano no jugué más. No se jugaba en Córdoba directamente. Sin embargo, fue el único deporte al que, de haber tenido la posibilidad, me hubiera dedicado. Y como no había, soñaba que lo jugaba. No miento ni exagero. Soñaba que lo jugaba.

Aclaro que no juego bien, ni tengo demasiadas condiciones para hacerlo. Soy más bien petiso y regordete, un despropósito. Pero me encanta, y si a los 41 no puedo hacer lo que me gusta para qué mierda piso esta mugrosa tierra.

Para la próxima les cuento cómo es que conocí a los Wattas y empecé/retomé el waterpolo.